

La mejor época para practicar una poda, es aquella en la que podemos obtener una rápida respuesta del árbol. En la medida de lo posible escogeremos la primavera, momento en que el árbol despierta del letargo invernal (dependiendo de la latitud) con reservas acumuladas durante el otoño dispuestas a movilizarse para la brotación. Es en ese momento, que identificaremos con el hinchamiento de yemas, cuando el árbol puede hacer frente a una rápida cicatrización de las heridas, evitando asi la entrada de parásitos por las mismas. Asimismo, en algunos árboles, existe una segunda época de poda a finales del verano, cuando el árbol renueva su actividad tras el letargo estival. 

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