Una imagen de uno de los cuentos de Jesús Moncada sirve para ilustrar esto. El basurero de Mequinenza, cuando recoge la basura cada madrugada, conoce la prosperidad de sus vecinos por el grosor de la cáscara de las patatas que cada casa lanza a la basura. Una cáscara más gruesa es signo inequívoco de prosperidad.
Es bien conocida la historia de esta planta y de su éxito. Muchos países han intentado hacer en su el protagonismo en su expansión agrícola. De las numerosas fantasías que se cuentan, la que me parece más atractiva es la de los ingleses, que atribuyen la llegada del tubérculo en el naufragio de algunos barcos de la Armada Invencible. Había descubierto la Marina española que la elevada proporción de vitamina C de las patatas prevenía el escorbuto, si se alimentaba las tripulaciones con este tubérculo?


A mediados del siglo xix, la rápida expansión de una podredumbre provocada por un hongo dejó todo el continente sin cosecha de patatas. En pocos años el hambre empujó a miles de familias a buscar la supervivencia fuera de su país y se inicia la famosa migración masiva a las Américas. Tres siglos más tarde el continente americano canjear un simple tubérculo por millones de europeos, la llegada de los cuales cambió el curso de la historia. Pero la expansión del cultivo continuó y la llegada del tubérculo en el Himalaya, a mediados del s. xx, significó duplicar la población humana de países como Nepal. Hoy se cultiva en todo el mundo y la alimentación de un número creciente de personas depende cada día de ella. El cultivo de la patata se extiende por el África subsahariana y por el SE de Asia, de manera que se ha convertido en un símbolo muy claro de la subiendo globalización. Estamos libres, pero, de nuevas plagas que nos puedan llevar a un desastre como el de Europa central a mediados del s. xix? Conviene mucho esforzarnos en nuevas investigaciones que contribuyan a disminuir el riesgo evidente de plagas a la nueva escala planetaria.
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